jueves, 4 de octubre de 2007

La Comunicación intrapersonal

La comunicación intrapersonal es el modo en que somos coherentes con nosotros mismos; es la manera de llevar una ilación adecuada entre lo que pensamos, sentimos y hacemos; es, en otras palabras, ser congruente, tener el privilegio de expresarnos con palabras que se adecuen justamente a lo que queremos decir sin dar oportunidad a interpretaciones ambiguas.
Para lograr una correcta comunicación intrapersonal es preciso aprender a conocerse a sí mismo, piedra angular de las relaciones humanas. En este aspecto insistieron pensadores y filósofos.
En la comunicación intrapersonal existe un obstáculo que puede llevar a la incomprensión de los demás, a la mala interpretación de lo que queremos hacer o decir. Esta dificultad se le conoce con el nombre de “alexitimia”, término que proviene del latín y que significa “alexia”: incapacidad para leer, y “timia”: sentimiento.
La alexitimia es el desorden neurológico que consiste en la incapacidad del sujeto para identificar las emociones propias y, consecuentemente, la imposibilidad para darles expresión verbal y es un trastorno muy extendido entre la población. De hecho, afecta a una de cada siete personas.Los neurólogos han observado anomalías en una zona cerebral, cuya función sería la de vincular el crisol de las emociones con la zona que toma conocimiento de estas emociones, las analiza y las fórmula. Los alexitimicos, en lugar de mostrar una actividad cerebral adaptada a la intensidad emotiva de la situación, como es el caso normal, manifiestan una actividad demasiado débil o intensa, que perturba la apreciación justa de la experiencia emocional.Las sensaciones corporales aparecen escasa o nulamente asociadas a estados mentales. Sus causas deben buscarse en los primeros años de la infancia. El niño pequeño, que no posee todavía estados mentales jerarquizados y asociados a conceptos o palabras, aborda el mundo de las emociones por intermedio de su cuerpo.En un estado posterior, los sentimientos de deseo o de cólera se manifiestan también mediante sensaciones físicas. Más tarde, llega la edad en que resulta necesario ordenar ese conjunto de sensaciones orgánicas en un todo coherente, aprender que los otros experimentan cosas parecidas y encontrar un código común para identificarlas, tanto en uno mismo como en los demás, para poder convertirse en un ser social y reflexivo.Los padres desempeñan un papel importante en esta evolución canalizando con sus palabras las sensaciones físicas hacia la mentalización, esto es, hacia la adscripción de etiquetas a esas sensaciones, que servirán para identificarlas y comunicarlas. Estos intercambios lingüísticos es probable que sean determinantes para la formación de amplios repertorios de sensaciones asociadas a palabras o a pensamientos.Si los padres, por una razón cualquiera (depresión, personalidad frágil, inestabilidad emocional o incluso alexitimia) no le aportan al niño suficientes indicaciones verbales sobre las emociones que experimenta, este puede encontrarse falto de palabras, reflejo de la pobreza de sentimientos identificados.Es probable que más adelante se refiera sistemáticamente a sus sensaciones corporales, sin lograr que la sensación tenga acceso al nivel de los estados mentales.